
Científicos del Museo Británico de Historia Natural y de la Universidad de Nottinghman, Reino Unido, y de la Universidad de Granada, España, decidieron poner a prueba 325 ejemplares de 21 especies de araña común (principalmente Linyphiid y Tetragnathidae) para observar cómo se desplazaban al encontrarse sobre arena, agua y superficies secas.
En el caso de las acuáticas, utilizan el viento para dejarse llevar sobre la superficie líquida: al sentir la corriente de aire, levantan algunas de sus patas o su abdomen para adoptar una forma de vela y dejar que el viento las impulse; el resto de sus patas las mueven rápidamente para también impulsarse y viajar a mayor velocidad.
Para detenerse, con su hilo de seda alcanzan cualquier objeto flotante y crean un camino hacia él. Los investigadores notaron que las arañas adoptan este mecanismo sólo en superficies acuáticas; en las secas doblan sus patas para resistir el viento.
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